El Cabildo expone la última serie que pintó Jesús Arencibia

El Cabildo de Gran Canaria se suma al programa de actos del centenario del nacimiento del pintor Jesús Arencibia, con la organización de la muestra Colón y los olvidados, abierta al público desde este martes a las 20.00 horas, hasta el día 1 de diciembre, en la Casa de la Cultura de Tamaraceite.
Estará abierta de lunes a viernes, de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 19.30 horas.

La exposición está integrada por un conjunto de obras pertenecientes a la última serie que el artista pintó hacia 1992 –un año antes de su fallecimiento-, con la que se propuso inmortalizar los rostros anónimos que participaron en la gesta colombina.


Arencibia, que trabajó en la serie Colón y los olvidados con motivo de la celebración del V Centenario del Primer Viaje Colombino que cruzó el Atlántico, donó a la Casa de Colón todas las obras que la conforman.
Los cuadros que componen la serie Colón y los olvidados fueron pintados en la etapa posterior a 1970 en la que Jesús Arencibia acomete la utilización del color como vehículo expresivo, indica el cabildo en una nota de prensa.
La integra un total de 86 retratos imaginados, de los que ahora se expone una cuidada selección de piezas. El creador se empeñó en retratar a un número importante de personajes anónimos que imaginó acompañando a Colón hacia el mundo desconocido en su aventura de 1492.

Arencibia otorga nombre y rostro a cada uno de los que hicieron posible la travesía histórica, desde el escalafón más bajo al propio Almirante.
Para el pintor todos son iguales, todos son imprescindibles, todos realizan una función a bordo de las tres naves y sobre todo, son los olvidados que hicieron posible uno de los viajes más importantes y determinantes de la historia de la humanidad.

La muestra contribuye no sólo a otorgar más relevancia a los actos previstos alrededor del centenario del genial artista, sino a difundir el valor de su última serie de pinturas, acometida por Arencibia un año antes de su fallecimiento.
Arencibia, además de ser uno de los vecinos ilustres de Tamaraceite del que se conservan aún en el barrio referencias de gran valor cultural como el mural de la iglesia de San Antonio Abad, integró la nómina de creadores que fraguaron al amparo de la Escuela Luján Pérez, el sendero del arte moderno en Canarias.


La paleta del artista fue tornándose dura y triste, repleta de colores y tonos violáceos, azules aplomados de gris, pardos, tierras y negros. Su pincelada se amplía y contrasta, vaciándose de materia y dejando a veces el lienzo descarnado. Todo ello confiere a esta serie un acentuado tono dramático nada complaciente.


Jesús Arencibia (1911-1993) nació en el seno de una familia acomodada de Tamaraceite que favoreció sus inquietudes artísticas que culminó hacia 1942 en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, siendo allí uno de sus principales maestros Vázquez Díaz, con quien aprende diversas técnicas para la pintura de murales.
Reconocido miembro de la Escuela Luján Pérez, fue catedrático de Dibujo de la Escuela Normal de Magisterio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria hasta 1981, cuando se jubiló con 70 años.
Fue hijo Predilecto de Gran Canaria e Hijo Predilecto de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, y entre otras distinciones importantes que obtuvo en vida, cabe destacar la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio.

Arencibia realizó a lo largo de su vida 17 grandes murales, de los cuales nueve fueron ejecutados en iglesias y el resto fueron pintados para organismos oficiales. El más conocido quizás de este grupo sea en el que cubre con motivos marineros las paredes del Salón de Plenos del Cabildo grancanario. Por ello se le considera, junto a Aguiar y Néstor de La Torre, la culminación del gran trío de muralistas canarios.

El interés del arte de Jesús Arencibia se centra en las gentes populares, en la figura humana y su peculiar fisonomía canaria. Aborda escenas colectivas que son verdaderos análisis de una geografía humana, extraída de su entorno insular, con un dominio del gran espacio pictórico en el que nunca se pierde la exacta dimensión de la composición total.